Cambio de música por si al informático melómano le da por volver por aquí. Sigo trabajando. Va pasando el tiempo. Lo sé por que cada vez tengo mas hambre. Son ya las doce. En dos horas estoy fuera. Angel, del departamento legal asoma su cabeza por mi despacho.
- ¿Que haces hoy para comer?¿te vienes a algún sitio? Nosotros vamos a “el independiente”.
Cuando dice “nosotros” se refiere a sus compañeros de departamento, aunque es tan estirado que perfectamente podría usar un plural mayestático.
- No, tengo comida con la familia. Pero otro día me apunto.
Es cierto lo de la comida con la familia. Pero no pienso apuntarme ningún otro día. Ya se lo dije, yo no tengo relaciones con la gente con la que trabajo, pero él no deja de insistir. Siempre intenta que nos veamos fuera de la oficina. Si como abogado es la mitad de insistente que como galán, entonces tiene que ser cojonudo en su trabajo.
- Bueno, luego nos iremos a tomar unas copas, como siempre. Si terminas, llámame y te decimos donde estamos.
- Si, si, claro. Cuando acabe te llamo y me tomo una con vosotros.
He representado tanto este papel que podría hacerlo incluso en coma.
Sigo trabajando. Me llama mi abuelo.
- Caridad, hija. ¿como estas? Oye, ¿te importa si dejamos la comida para otro día? es que me ha salido algo que hacer.
- No abuelo, no pasa nada.
- ¿La semana que viene bien que vayamos a comer en un restaurante?
- Ya lo hablamos esta semana, abuelo.
- Hasta luego, entonces.
Mi abuelo no me ha dado explicaciones, ni yo se las he pedido, pero imagino que se va con su nueva amiga. Desde que mi abuela murió ha rehecho su vida. Muy deprisa, segun algunos, pero yo creo que ya lo tenia asumido.
Cojo el teléfono.
- Yoli, me he quedado sin plan para comer.
- Estoy con Alberto. Vamos a comer juntos. Luego te llamo.
Cuelga el telefono.
Las dos y media. Me voy a casa. Tengo la nevera llena. Podría cocinar cualquier cosa. Creo que lo mejor sera descongelar unos canelones. Me los como delante de la tele, con una cerveza.
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