jueves, 3 de noviembre de 2011

Seamos amigos.


Estábamos sentados en el sofá de mi casa.  Cuando pasó su lengua por el pegamento del papel de fumar alargué mi mano para coger la bolsa con el tabaco.
- Fúmate este. Ya hago yo otro.- dijo, ofreciéndome el cigarro que tenia en la mano.  Lo encendí y le dí una calada. Luego se lo puse en los labios para que ella diese otra mientras ponía tabaco sobre un papel.

- Así que no se lo que hacer. - dijo - Me gustaría tener un compañero sexual estable, con el que haya algo mas que solo follar.  No es que quiera tener novio, o algo así.  No quiero sentirme atada.  Pero es que los tíos con los que me acuesto, si les pregunto que si quieren ir a tomar algo, o se asustan, o se enamoran.
- ¿Y por que no follamos tu y yo? - dije después de dar otra calada.

- ¿Contigo? no me apetece.  No se.  Estoy muy a gusto con esto que tenemos.

- ¿Y que tenemos?
- Pues somos amigos ¿no? Nos vemos dos o tres veces a la semana, y hablamos todos los días.  Esto me gusta, por que no me siento sola, y el sexo lo complicaría todo.
Acabamos de fumar en silencio, terminando de ver la película que ponían en la televisión y que hasta ese momento no habíamos hecho ningún caso.  En los títulos de crédito la miré y estaba dormida.  La música la despertó.  Miró a su al rededor.
- Joder, que sueño. ¿Te importa si me quedo a dormir? - dijo, estirando sus brazos hacia el techo.
- Ya sabes que no.
Fuimos juntos a la habitación.  Abrió el armario y sacó una camiseta negra, descolorida y algo rota del segundo cajón.  Después se fue al cuarto de baño mientras que yo me desnudaba y me metía debajo del edredón en calzoncillos.
Cuando volvió me fijé que aquella camiseta tenía algún tipo de patrón especial, o quizá fuese el cuerpo de ella que la deformaba para obligarla a ajustarse a sus curvas.  Aquella prenda, unos calcetines negros y unas bragas era todo lo que llevaba puesto, como siempre que se quedaba a dormir. Saltó por encima de mi para poder llegar al lado de la cama que estaba mas cercano a la pared.  Su lado de la cama.
Nos dimos las buenas noches y apagué la luz.
- ¿Decías en serio lo de tener sexo juntos? - dijo después de unos minutos.  - ¿Me has oido?
- Si, te he oído - supongo que tardé mucho en contestar - no, no lo decía en serio, solo quería ayudarte con tu problema. ¿Porque lo preguntas?
Ahora era ella la que se había quedado en silencio.
- No, por nada. Es que no quería que te sintieses mal.  Bueno.  Así mejor.
A mi me costó dormirme, y ella también se mantuvo despierta durante mucho tiempo.
A la mañana siguiente me levanté y me vestí.  Antes de salir por la puerta me puse de cuclillas junto a la cama, la miré a la cara durante un instante, tratando de adivinar donde estarían sus labios en la penumbra.
- Me voy a quedar un rato.  No quiero levantarme tan temprano.  Hoy no.
- Ya lo se.  Te he dejado café recién hecho, y ya sabes donde está lo demás. -la dije
Cerré la puerta de la calle intentando no hacer ningún ruido.

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