Fue gracias a sus padres, que trabajaban en la televisión pública, como entró en contacto con los rodajes. Al término de sus estudios secundarios, se encontró dividido entre las matemáticas y los guiones. Al final, prevaleció su inclinación por las películas y fue así como Zelenka se convirtió en estudiante de la reconocida escuela de cine FAMU, de Praga. En la actualidad, reconocido y laureado fuera de las fronteras checas, planea hacer una version contemporánea de la novela rusa Los Hermanos Karamazov.

Nadie sabe lo que es la tristeza y la felicidad

El encuentro tiene lugar en La Casa Blu, un centro popular de estudiantes, y uno de los escenarios de Loners, una de las obras de Zelenka. Concebida en principio como un documental sobre un grupo de amigos, Loners se convirtió en una exitosa película en muchos países de Europa. ¿Es la soledad algo inherente a la juventud checa? “No, la soledad es algo propio de los europeos. Recuerdo haber leído una encuesta que decía que el 85% de la gente de Bangladesh se consideran felices, mientras que en Alemanía el porcentaje era del 35%. ¿Qué significa esto? Nada. Porque, ¿qué es la felicidad? Creo que nuestra capacidad de cambiar las cosas es bastante insignificante. No creo en personalidades fuertes capaces de cambiar el mundo y por ello mis personajes son diferentes”.
La mejor encarnación de estos personajes la representa Jacob, en Loners: es un adicto a las drogas. Mientras escucha el himno nacional checo, dice: “Tengo que haber oído esto en alguna parte antes…”
Se supone que los solitarios [Loners] son aún más tristes; el director, David Ondricek, revitalizó algo a los ocho protagonistas del documental”. ¿De dónde procede toda esta tristeza? “Bueno, reflexionar sobre la vida deprime; pensar en los errores, las relaciones, la gente a la que echas de menos o que murieron antes de que las llegáramos a conocer. Todo esto entristece y nosotros, seres humanos, siempre tendemos a pensar cosas deplorables. Sobre esto gira la tristeza del mundo entero”.

La vida es ilógica

Los personajes retratados en otra de sus películas, The Buttoners no se enfrentan al problema de la soledad pero si a diferentes fobias. ¿De donde procede semejante idea? “Se trata simplemente de un recurso: la gente retiene un personaje en su mente gracias a las fobias presentes en la película. A veces conozco a gente peculiar, aunque en otras ocasiones, las invento. Creé un personaje que destrozaba tapicerias arrancándolas con dentaduras. Sin embargo, el chico espray es real, existe. Conozco a uno que usa 30 tipos de aerosol, cada uno para una parte de su cuerpo, para una prenda distinta. Los lleva en una maleta especial y de vez en cuando se rocía el pelo, los zapatos, el aire…, todo eso junto produce un terrible espanto”.
Petr Zelenka es un hombre lleno de contradicciones. Sonríe mucho mientras habla de tristeza, lo que hace dificil dilucidar si está hablando en serio o si su razonamiento es sólo una broma surrealista. Pedimos otra taza de café y cambiamos de tema. Zelenka trabaja en su nueva obra. “Es un proyecto en Cracovia. Va a ser rodado en exclusiva en su Teatro Antiguo dentro de 18 meses. Rodamos en mayo y octubre. Me mudaré a Cracovia y aprenderé polaco para comunicarme con los actores. Allí no todo el mundo habla inglés y quiero estar en disposición de mantener una conversación personal, sin ayuda de un intérprete”. ¿Aprender un idioma solo para realizar un espectáculo? Por qué no. Zelenka es muy realista sobre el trabajo fuera de la República Checa. “Quise trabajar en inglaterra, pero los británicos son una sociedad muy hermética. Pienso lo mismo de los franceses. Me sentía muy frustrado y ante mí surgío Polonia. No es muy lógico, pero así es como sucedió todo. La vida es ilógica en sí misma, así que sigo su camino ilógico en busca de la felicidad en Polonia”.
Como un nómada que se asienta por un tiempo, la idea le resulta muy promedora a este artista de 40 años. “Cracovia supone un gran giro en mi vida. Forma parte también del Imperio Austrohúngaro, así que es casi como Praga. Aunque en pequeño. El ambiente, por lo visto, es magnífico”.

Praga en la retina

A pesar de esta adoración, no oculta su pasión por su ciudad natal. “Cuando la comparas con otras grandes ciudades, es un auténtico paraíso. Los comienzos de los noventa, con la llegada de muchos americanos, supuso una edad de oro para Praga. Era una locura. Todo fue restaurado y surgieron un montón de locales nuevos. Aunque esta atmósfera se ha perdido, aún se puede vivir aquí. Praga es tranquila, barata y tiene los mejores medios de transporte publico del mundo. Todo lo que un escritor necesita”. En cuanto a las desventajas: “La gente sin hogar. Hay una película de Abel Ferrara, Driller Killer, sobre un chico que mata a un sin techo con un taladro. Deberían pensar aquí en soluciones similares, pero por desgracia nuestro Gobierno es demasiado blando para hacer eso”, suelta corrosivo acerca de los que han hecho de la mendicidad un modo de vida.
Zelenka es comparado con los mas grandes nombres de la literatura checa: Hrabal, Kundera, aunque está en completo desacuerdo con esa afirmación. “Es ridículo compararme con Hrabal porque era un autor estupendo… Mientras que Kundera… Ya sabe que no me gusta…” Durante un encuentro en el Instituto de Teatro de Varsovia lo llamó “idiota”. “Sí, y luego admití que fue un error e intenté leer La insoportable levedad del ser, pero fui incapaz. Luego, volví a reconocer que era un idiota. Roba cosas de otros autores, las toma prestadas de sus propios libros y lo que es peor, es un escritor malo. ¿No es obvio?” –una señal de desagrado se desdibuja en su cara. “Sus novelas son técnicamente buenas. Sabe cómo poner ideas juntas de un modo ingenioso y puedes decir lo que quieras de él pero en eso es honesto”.

Ya no hay románticos

Zelenka se muestra también muy crítico con los herederos de la Revolucion de Terciopelo. “El problema de la intelligentsia checa es que hay de todo menos inteligencia. Recuerdo que en los setenta era muy popular entre gente educada emplear un lenguaje sucio. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Creo que era algo muy checo, como una autodenigración por medio del lenguaje”.
¿Y las nuevas generaciones? “Saben qué quieren y lo quieren. Están carentes de sentimientos románticos. Ser romántico no es ir a la montaña, puedes vivir como un perro porque tu personaje favorito de novela vivía de un modo similar. Encontrar fragmentos de belleza en el terrible mundo comunista era romántico en un sentido que la gente joven no acepta hoy”.
¿El aclamado artista en Europa se siente europeo? “Para mí, Europa es cuestión de dinero, de cooperacion política, de diferentes programas. No me siento europeo porque no fui educado así. Estas cosas se inculcan en la niñez, no se aprenden”.