sábado, 29 de enero de 2011

La tienda de besos

Llevaba unas semanas intentándolo, y para ser sincero, sin mucho éxito. Llevaba tres meses sin trabajar y mi economía empezaba a tambalearse. Así que había decidido ponerme a buscar trabajo incesantemente. Cada mañana me conectaba a la red y dedicaba unas cuantas horas a rastrear todas las secciones sin importarme mucho de lo que se tratara. El objetivo era encontrar un empleo que me permitiera sobrevivir, fuera lo que fuera. Había enviado ya, no sé quizá unos cien curriculums, sin ningún éxito, claro. Y en esas estaba yo una mañana con el café humeando y un cigarro en la boca cuando apareció ante mi el anuncio: “Se busca vendedor con experiencia para tienda de besos”. Me sorprendió, se clavó delante de mí como si me estuviera buscando y sin dudarlo, y sin saber muy bien de qué se trataba respondí inmediatamente: “yo soy la persona que estáis buscando”.
A los dos días me respondieron diciéndome que me presentara para hacer una entrevista, ¡una entrevista! Por fin alguien me había respondido. Allí me presente con mis mejores galas preparadas para la ocasión, ya se sabe, traje planchado, corbata y colonia de domingo. Al llegar a la calle que me habían indicado me encontré con el rótulo: “Entra y llévate el beso que quieras”. Me quedé paralizado, mirando aquella luz roja que parpadeaba sin parar. No sabía qué hacer, necesitaba el trabajo pero… ¿Qué significaba eso de llévate el beso que buscas? ¿Acaso tenia que pasar las horas baboseando a unos y a otros? No, no podía ser. Debía estar equivocado. Sería para otra cosa. Respiré hondo, traté de tranquilizarme y empujé la puerta.
- Buenos días- dije titubeando- ¿es aquí donde buscan un vendedor?
- Si si, pasa es aquí, encantada soy Mirian, en un momento viene el jefe, siéntate por favor.
Comencé a observar el local .Todo era rojo muy rojo, lleno de cajones hasta el techo, todos rojos, con dibujos de labios de todo tipo, por supuesto, rojos también. Los había finos, gruesos, carnosos, suaves, abiertos, cerrados, sensuales. No podía comprender que era todo aquello.
Al cabo de un rato, cuando ya me estaba familiarizando con el ambiente, apareció un hombre serio, alto y me llamó por mi nombre:
- Buenos días, usted debe ser Pablo, ¿verdad?
- Si,si, soy yo, dije nervioso.
- Venga conmigo por favor, acompáñeme.
La entrevista duró diez minutos, y durante ésta no entendí nada. Se limitó ha hacerme preguntas personales, que si me gustaba vender, que cuánto tiempo me había dedicado a la venta al público, que ha qué dedicaba mi tiempo libre, que si tenía pareja… y a decirme que tenia prisa, mucha prisa.
Salí como había entrado, sin saber nada, lo único que me quedó claro es que tenía que ser amable y sonreír a los clientes y sobretodo darles lo que pedían: el beso que buscaban. Y vender, vender mucho.
Al cruzar la puerta me dije: ufff..., demasiado extraño, no sé ni qué tengo que vender…descartado. A seguir buscando. Pero a la media hora sonó el teléfono diciéndome que el puesto era mío que en tres días tenía que incorporarme, y sin saber por qué dije que sí, que aceptaba, que estaba encantado. Y allí estaba yo, con un nuevo empleo del que no entendía nada, y con mi traje ridículo en mitad de la Gran Vía.
Estuve las dos noches anteriores sin pegar ojo, imaginándome como mis labios podían dar aquellos besos que los clientes pedían: morbosos, dulces, deseosos, calientes, sólo de pensarlo me ponía malo. No podré, no podré hacerlo. Me imaginaba a un hombre entradito en años pidiéndome:
- Guapo, quería uno ardiente y largo, ¡ah, y con lengua!
Sudaba, no podía cerrar los ojos. Las más absurdas situaciones me venían a la cabeza. Pero, ¿quién podía entrar a una tienda a comprar besos?¿ Eso no se regalaba? Pero, ¿cómo había acertado yo aquella locura?
- Bueno- me dije -, iré el primer día y no volveré.
Y llegó la tarde del lunes y allí me planté delante del rótulo rojo de nuevo. Me temblaban las manos y de repente mi boca se secó. Tiré de la puerta y la atmósfera me envolvió. Al verme entrar Mirian rápidamente abandonó el mostrador y me dijo:
- Hasta mañana, ¡que vendas mucho en tu primer día! ¡Adiós!
Me quedé solo en el local, lleno de aquellos labios que parecían interrogarme. Comencé a mirar hacia todos los lados, labios, labios y más labios. Me acerqué al primer cajón deseando ver que contenía. Y de repente, la puerta se abrió.
Primer cliente, y ni siquiera me había dado tiempo a ver las instrucciones que suponía, guardaban los cajones. Era una chica de unos treinta años, mona y con una sonrisa dulce, muy dulce.
- Buenas tardes
- Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? Dije intentando disimular mi voz temblorosa.
- Buscaba un beso sorprendente, diferente, impresionante, que trasmita todas esas cosas que no se pueden decir con palabras.
Me quedé mirándola, parado, sin saber qué hacer. En mi cabeza se agolpaban los pensamientos, las sensaciones, nunca me habían pedido con aquel descaro y esa mirada de niña buena un beso así, bueno, ni así, ni de ninguna otra manera.
Respiré hondo, hice acopio del poco valor que tengo y salí del mostrador. Me acerqué lentamente. Ella me miraba sin pestañear. Acerqué mi boca seca y espesa a sus labios cálidos. Con la mayor delicadeza que encontré en la tormenta que había en mi cabeza deslicé mis labios sobre los suyos. Despacio, sentí el calor que trasmitían, su dulzura, su suavidad que rozaba contra mi boca ajada. Mi cabeza se olvidó de todo. Acompañando a mis torpes labios estaba mi mano sudorosa, tocando su mejilla. Fue un segundo, pero su olor a almizcle me embargó. Ella se apartó, me miro espantada, dudó, echó un paso hacia atrás, estiró su mano con fuerza y la estrechó contra mi cara. No podía creerlo, me ardía la mejilla y no entendía absolutamente nada, ¿tan mal lo había hecho?
- Descarado- fue todo lo que salió de su boca.
Yo debía parecer un imbécil, allí plantado, sin saber qué hacer, desconcertado, con la resaca calurosa que deja un tortazo oliendo todavía su perfume, y sin saber qué decir.
- Y ahora, si no te importa me das mi beso.
Cada vez estaba más confundido. ¿No le había sorprendido lo suficiente? ¿No había sido impresionante? Me temía que no. Pero ¿si no era eso? ¿Cómo iba yo a venderle otro beso? ¿Cómo se hacía eso?
Vi como recorría con su mirada todos los cajones de la tienda.
-Ése- me dijo-. Ése de ahí.
- Chico, estas aquí, te estoy pidiendo ése, el de ahí arriba, a la derecha.
Mis ojos siguieron a los suyos y, aunque mi mente estaba bloqueada, entendí que quería algo que estaba en ese cajón.
Avancé como pude, sin mirarla ni un segundo y esquivando la sonrisa que se escapaba de sus labios, me subí en la escalera de madera y tiré sin pensar de la manilla del cajón rojo.
No podía creerlo, aquello era lo que vendía, y yo comiéndome la cabeza y fantaseando para vender eso, simples y horteras tarjetas con labios pintados. Bajé lentamente aplastado por mi torpeza, por mi ignorancia, por mis tres días de incertidumbre, y por lo que acababa de hacer. ¿Cómo no se me había ocurrido preguntar? ¿Como no había mirado? Vender besos, me sonaba tan romántico y descabellado a la vez…
Deposité en el mostrador, cerca de sus manos, sin levantar los ojos, la tarjeta. Ella la abrió y sonó un sonoro beso.
- Muy bien, gracias, esto es lo que buscaba.
Le cobré cinco euros, eso sí lo sabía bien, el precio, cinco euros un beso y nueve si eran dos, y se marchó sin decir adiós.Su olor perduró en el ambiente y en mi mejilla durante toda la tarde, mientras yo continué perdido en el local emborrachándome de aquellos ridículos labios.
Esa tarde vinieron dos clientes más. Esta vez ya había aprendido la lección. Fui buscando la estupidez que me pedían, labios dibujados…con sonido…incluso algunos desprendían un olor a lavanda. Que simples somos, regalando besos de papel, y yo, qué soñador…aún recordaba la sensación que me produjo unas horas antes aquella chica al pedirme su beso, y sus carnosos labios…aun podía verlos entre los cajones rojos.
Había pasado casi un mes, había vendido ya los besos mas variopintos: sexys, tristes, amorosos, de venganza, de pasión, y día tras día me fui familiarizando con aquellas absurdas ilusiones que la gente compraba. Aún no entendía el por qué, pero ya, ni me lo planteaba. Sólo quería hacer caja para que mi jefe, que aparecía de ciento en viento, me felicitara por mis ventas.
Una tarde estaba repasando mentalmente cuál era el beso más vendido, cuál tenía más éxito; y andaba yo vagando de cajón en cajón cuando el aroma a almizcle de nuevo me paralizó. Había entrado, estaba allí, era ella. No recordaba bien su cara, pero si su inconfundible olor y su mano que estuvo en mi cabeza durante una semana.
- Buenas tardes
- Buenas tardes- dije yo impregnándome de su aroma.
- Vengo buscando un beso verdadero.
Le miré a los ojos y después me fui a los cajones, observándolos uno a uno,- esta vez no me pillas- pensé. Acerqué mi mano a uno de los clásicos: gruesos, rojos y carnosos.
- Este no me sirve, quiero uno verdadero.
Traje otro mas fino, más sensual, entreabierto.
- He dicho verdadero
Empecé a ponerme nervioso. No entendía por qué esa chiquilla de dulce sonrisa me ponía así. Busqué durante un minuto y volví con otro que parecía estar diciendo frases de amor.
- No, éste no.
Me di la vuelta, ya me estaba cansando el jueguecito, volví con otro sin mucho significado y cuando me giré para dárselo, estaba frente a mí, y sin mediar palabra me besó. Su olor volvió a atraparme y volví a sentir la humedad y suavidad de su boca, duró un instante, se apartó y me dijo sonriendo:
- Gracias es lo que buscaba. Un beso verdadero.
Y sin decir más, se marchó.

4 comentarios:

  1. ¡¡qué buena idea¡¡, me lo he tragado de un tirón...( y con mensaje,no? )

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  2. Debes saber que la pipa se me ha apagado cuando he empezado a leer, no he podido parar a encenderla hasta el punto y final. Creo que, como proyecto artistico, voy a poner una tienda de besos en e-bay. Y que tono tan dulce y sencillo. Y ese punto subrealista. Y esa metafora. Enorme.

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  3. ¿en Gran Vía, dónde exactamente? ;)
    una idea bueníiisima dianuchi

    Fdo. Silvi

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  4. Muy bueno Diana!!!...me ha encantado!!!....me lo he leido de un tiron y sin parpadear!!...
    Lo que mas me gusta es el mensaje que lleva este relato!!!.....Fantástico!!!!

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