El gran edificio de ladrillo le parecía aun mas imponente que cuando estudiaba en él, hace ya treinta años. Dio sus datos a la persona encargada de la puerta. Caminó por largos pasillos y atravesó salas. Solo una vez se había perdido en aquel gran laberinto. Se detuvo delante de una mesa.
- Quiero ver a Javier Collada - dijo a un joven seminarista que estaba allí sentado escribiendo en un ordenador.
- El padre Collada no está ahora mismo.
- Dile que Gregorio Rojas ha venido a verle.
El despacho de Javier Collada era pequeño. Tenia una mesa, y una estantería llena de libros. Tres sillas. Una cruz y un cuadro de la Virgen del Carmen era toda la decoración. El padre Collada y Gregorio se dieron un abrazo con mucho palmeo de espaldas y dos besos. Después de los tradicionales "como estas" de cortesía, se sentaron a hablar.
- ¿Has oído lo del cura muerto en su iglesia? me ha tocado.
- Claro que lo he oído, pero no puedo ayudarte esta vez.
- Hombre pater, no me creo que no me puedas ayudar. Seguro que sabes algo, y sobre todo tú que eres...
- Gregorio - interrumpió el cura - no lo entiendes. Las cosas han cambiado por aquí. Oye ¿Te acuerdas del Pato? Está aquí. Le han retirado del pueblo donde estaba. Le voy a llamar y nos tomamos un café los tres.
Gregorio quiso torcer el gesto, pero nunca pudo enfadarse con el padre Collada. Charlaron con la puerta del despacho abierta hasta que el padre Francisco Campos, el Pato, apareció. Nuevos saludos y una oferta de tomar algo. El padre Collada dijo que debía acabar una cosa que tenía entre manos y en seguida se uniría a ellos donde siempre.
El Pato y Gregorio iban por la segunda caña de cerveza cuando apareció el secretario de Javier Collada.
- Señor, el padre Collada dice que se ha olvidado esto en su despacho. También dice que no va a poder venir - dijo mostrando un sobre.
- Gracias, hermoso ¿quieres una caña?
El joven declinó la oferta y se marchó. Gregorio se guardó el sobre en el bolsillo de su chaqueta. Tres cervezas después se despidió de su amigo. Sacó el sobre de su bolsillo y lo abrió. Dentro encontró un par de folios. "Perdona el numerito, pero ahora estoy muy vigilado. El dossier creo que te puede interesar. Un abrazo" Decía un papel amarillo fluorescente pegado en el primero de ellos.
Mañana me pongo al día con la historia, pero ¿has visto esto?
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Es una propuesta del Instituto Cervantes para hacer una novela colectiva. El primer capítulo lo ha escrito Santiago Roncagliolo y va de un asesinato. ¿No te animas?
No lo conocia. Voy a ver. Gracias por el apunte.
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