Me coloqué dos cigarros en los labios y los encendí a la vez. Puse uno en los labios de Begoña. Estaba manchado de sangre. No la importó, al fin y al cabo era mia. Aún seguia medio desnuda y se cubria las tetas con el brazo izquierdo. Su respiración seguia siendo agitada. Hacia ya cinco minutos que vimos salir corriendo al tipo que me habia partido la ceja izquierda y el labio, y que tambien se habia dejado tres dientes en el suelo del salón del piso que Begoña y yo compartiamos desde hacia tres meses.
Mientras fumábamos intentaba detener la hemorragia de mi cara con una camiseta suya. Estabamos en silencio sentados en el sofá. Cuando aplasté la colilla en el cenicero la dije que se fuese a dormir un rato, ya me las apañaba yo con todo.
Cuando se levantó cuatro horas mas tarde la casa estaba recogida, los desperfectos arreglados y las heridas curadas. Me habia puesto una tirita en la ceja, que ya no sangraba y tenia metida la mano en una bolsa de guisantes conjelados para evitar la hinchazón de los nudillos. Se sentó a mi lado y me miró fijamente. Iba vestida con una camiseta blanca y unas bragas a juego.
- Vaya lio ¿eh?
- Pues si. ¿Me cuentas quien es el tío con el que me he partido la cara hoy? - la dije con cierto esfuerzo por culpa del labio.
- Es un poco largo.
- No se me ocurre nada mejor que hacer en una tarde de domingo.
- Pues nada. A este tío le conocí ayer por internet y me fui a tomar una copa con él. Parecia un tio de lo mas normal. Y nos enrrollamos. Y esta mañana le he pillado quitandose el condon mientras follabamos, cuando creia que no me iba a dar cuenta. Le he dicho que ni de coña, pero se ha puesto pesado. Y así es como hemos empezado a discutir, hasta que te has metido tú. Gracias, por cierto.
Mantuvo la cabeza agachada todo el tiempo que duró aquella explicación.
- Bueno, la próxima vez, elije mejor.
- Este parecia un tio normal.
- Si, todos lo parecemos.
- Y era majo.
- Si, todos lo somos. Hasta que dejamos de serlo.
Cojió el paquete de tabaco que estaba sobre la mesa de centro, delante del sofá, se encendió un cigarro y me ofreció otro.
- ¿Sabes que me has gustado desde siempre?
- Si. Y tu a mi. Esto ya lo hemos hablado.
- Ya, pero algo ha cambiado. Siempre te he dicho que te preferia como amigo por que eres demasiado ordenado. Mira que limpia tienes la casa, y tu ropa. Tu forma de vestir. Te falta un punto caotico como para ser de mi gusto.
- Bueno - dije riendome - ahora tengo un labio partido y una tirita en la ceja.
- Si, pues eso. Ese es el punto salvaje que te faltaba. No imaginaba que pudieses romperle tres dientes a un tío de un puñetazo. No se. He visto en tí algo que no conocia. Y me ha gustado.
La miré sin decir nada. Puse mi mano en su mejilla a la altura de la mandibula. Ella me miró sin decir nada. La di el beso mas doloroso que he dado en toda mi vida. Estuvimos en el sofá durante los siguientes quince minutos. Despues fuimos a mi habitación. Hicimos el amor durante toda la tarde y gran parte de la noche.
A las seís y media de la mañana salí de casa hacia la oficina. Habia dormido casi media hora. Asombrosamente, no tenía sueño. Me sentía lleno de vitalidad.
A las cinco de la tarde volví a casa y ella seguia en la cama. Me desnudé y me tumbé a su lado. En ese momento, entre el calor de su cuerpo y la suavidad de su piel contra la mia, no podía imaginar un lugar mejor en el mundo. Me despertó a las siete con un cigarro en la mano. Esta vez solo llevaba puesta la camiseta. Fumamos y volvimos a follar. Cuando acabamos nos fuimos a buscar unas cervezas.
A partir de ese día todo se volvió rutina. Iba a la oficina con un par de horas de sueño. Volvia a casa. Dormia otras dos horas. Follabamos. Nos inventabamos alguna fiesta. Seguimos manteniendo las largas charlas nocturnas que siempre habiamos tenido, solo que ahora las haciamos desnudos y debajo de las sabanas.
Así pasamos tres semanas. Las cicatrices de la pelea empezaban a desaparecer. Yo dejé de plancharme las camisas. Ella dejó de fumar marihuana.
Una noche estabamos cenando.
- ¿Te acuerdas de Marife? - me dijo - tiene un piso en alquiler, y es barato. Muy cerca de aquí.
- Bueno. Si se de alguien que lo pueda necesitar, lo tendré en cuenta.
- Es que verás - dijo dejando los cubiertos apollados en el plato - No puedo vivir con el tio con el que estoy liada, o bueno, no puedo estar liada con el tio con el que vivo. Es que no lo tengo claro y me agobio. Así que o lo dejamos o te vas.
Ella habia llegado primero al piso. Cuatro días después encontré otro piso. Recogí mis cosas y me marché. Antes de cerrar la puerta puse mi mano en su mejilla, a la altura de la mandibula y la besé. Esa fué la última vez que la vi. No volví a llamarla. Ella me mandó dos mensajes diciendome que teniamos que hablar, pero tampoco llegó a llamarme nunca.
Mientras fumábamos intentaba detener la hemorragia de mi cara con una camiseta suya. Estabamos en silencio sentados en el sofá. Cuando aplasté la colilla en el cenicero la dije que se fuese a dormir un rato, ya me las apañaba yo con todo.
Cuando se levantó cuatro horas mas tarde la casa estaba recogida, los desperfectos arreglados y las heridas curadas. Me habia puesto una tirita en la ceja, que ya no sangraba y tenia metida la mano en una bolsa de guisantes conjelados para evitar la hinchazón de los nudillos. Se sentó a mi lado y me miró fijamente. Iba vestida con una camiseta blanca y unas bragas a juego.
- Vaya lio ¿eh?
- Pues si. ¿Me cuentas quien es el tío con el que me he partido la cara hoy? - la dije con cierto esfuerzo por culpa del labio.
- Es un poco largo.
- No se me ocurre nada mejor que hacer en una tarde de domingo.
- Pues nada. A este tío le conocí ayer por internet y me fui a tomar una copa con él. Parecia un tio de lo mas normal. Y nos enrrollamos. Y esta mañana le he pillado quitandose el condon mientras follabamos, cuando creia que no me iba a dar cuenta. Le he dicho que ni de coña, pero se ha puesto pesado. Y así es como hemos empezado a discutir, hasta que te has metido tú. Gracias, por cierto.
Mantuvo la cabeza agachada todo el tiempo que duró aquella explicación.
- Bueno, la próxima vez, elije mejor.
- Este parecia un tio normal.
- Si, todos lo parecemos.
- Y era majo.
- Si, todos lo somos. Hasta que dejamos de serlo.
Cojió el paquete de tabaco que estaba sobre la mesa de centro, delante del sofá, se encendió un cigarro y me ofreció otro.
- ¿Sabes que me has gustado desde siempre?
- Si. Y tu a mi. Esto ya lo hemos hablado.
- Ya, pero algo ha cambiado. Siempre te he dicho que te preferia como amigo por que eres demasiado ordenado. Mira que limpia tienes la casa, y tu ropa. Tu forma de vestir. Te falta un punto caotico como para ser de mi gusto.
- Bueno - dije riendome - ahora tengo un labio partido y una tirita en la ceja.
- Si, pues eso. Ese es el punto salvaje que te faltaba. No imaginaba que pudieses romperle tres dientes a un tío de un puñetazo. No se. He visto en tí algo que no conocia. Y me ha gustado.
La miré sin decir nada. Puse mi mano en su mejilla a la altura de la mandibula. Ella me miró sin decir nada. La di el beso mas doloroso que he dado en toda mi vida. Estuvimos en el sofá durante los siguientes quince minutos. Despues fuimos a mi habitación. Hicimos el amor durante toda la tarde y gran parte de la noche.
A las seís y media de la mañana salí de casa hacia la oficina. Habia dormido casi media hora. Asombrosamente, no tenía sueño. Me sentía lleno de vitalidad.
A las cinco de la tarde volví a casa y ella seguia en la cama. Me desnudé y me tumbé a su lado. En ese momento, entre el calor de su cuerpo y la suavidad de su piel contra la mia, no podía imaginar un lugar mejor en el mundo. Me despertó a las siete con un cigarro en la mano. Esta vez solo llevaba puesta la camiseta. Fumamos y volvimos a follar. Cuando acabamos nos fuimos a buscar unas cervezas.
A partir de ese día todo se volvió rutina. Iba a la oficina con un par de horas de sueño. Volvia a casa. Dormia otras dos horas. Follabamos. Nos inventabamos alguna fiesta. Seguimos manteniendo las largas charlas nocturnas que siempre habiamos tenido, solo que ahora las haciamos desnudos y debajo de las sabanas.
Así pasamos tres semanas. Las cicatrices de la pelea empezaban a desaparecer. Yo dejé de plancharme las camisas. Ella dejó de fumar marihuana.
Una noche estabamos cenando.
- ¿Te acuerdas de Marife? - me dijo - tiene un piso en alquiler, y es barato. Muy cerca de aquí.
- Bueno. Si se de alguien que lo pueda necesitar, lo tendré en cuenta.
- Es que verás - dijo dejando los cubiertos apollados en el plato - No puedo vivir con el tio con el que estoy liada, o bueno, no puedo estar liada con el tio con el que vivo. Es que no lo tengo claro y me agobio. Así que o lo dejamos o te vas.
Ella habia llegado primero al piso. Cuatro días después encontré otro piso. Recogí mis cosas y me marché. Antes de cerrar la puerta puse mi mano en su mejilla, a la altura de la mandibula y la besé. Esa fué la última vez que la vi. No volví a llamarla. Ella me mandó dos mensajes diciendome que teniamos que hablar, pero tampoco llegó a llamarme nunca.
No es una historia de amor?
ResponderEliminarCómo te has dado por aludido, y cuán productivo.Soy fans, lo reconozco. Por cierto, los títulos no llevan punto al final y cuidado con el laísmo... (por criticar).
Vaya, pues muchas gracias. Si, me di por aludido, y dado que no nos pusiste deberes, me pareció un ejercicio interesante. La verdad es que estoy aprendiendo mucho. El punto y final se me coló, corregido, gracias. El laísmo nunca lo he tenido claro del todo, así que escribo como se habla en Madrid. La verdad es que estoy aprendiendo mucho.
ResponderEliminarLa historia de amor, ¡chapó! Te lo dice una que si no es de algo, es de thiller.
ResponderEliminarMuy bueno. Me gusta mucho, sobre todo la parte central. Pero, no sé si es error mío, pero no consigo ver si en el final estan en casa de él o de ella
ResponderEliminarEncuentro algunas palabras que me retumban en la cabeza. Quizás me estoy haciendo mayor...
ResponderEliminarGracias, damas y caballeros.
ResponderEliminarJavier, contestando a tu pregunta, he intentado insinuar que viven en un piso de alquiler al que ella llegó primero. Si no queda claro, tendre que retocarlo.
Julio, ¿no estaremos hablando del verbo que empieza por f y termina por ollar? La verdad es que esta es la versión descafeinada de la idea original. Quizá tengas razón y fuese necesario un debate sobre que es la obscenidad en una narración. Por otro lado, te invito a que escribas una versión suavizada. Yo, por mi parte voy a hacerlo como ejercicio de estilo.
Deciros a todos que es la primera vez que tres personas muy distintas me dan tres opiniones muy distintas, y dos de ellas alegan la edad para justificar su opinión. ¿os ha pasado alguna vez algo parecido?
A mi no.
ResponderEliminarSobre el tono de un relato de amor el otro día se me ocurrió que estaría bien hacer, en base a una misma historia, 3 versiones ( o cuatro ):
Romántica
Sensual
Erótica