jueves, 2 de diciembre de 2010

la 3ª colina a lo lejos

Disculpar mi ignorancia en estas lides.
Quería compartir unas poesías que escribí hace un tiempo
 
 
Cómo pasan las horas

Como rayos rugientes que atravesaran

Los vastos campos cósmicos para ir a caer aquí

Donde lentamente mi mano busca entre tus dedos

La vida. Y los quemara, indolente, insolentemente

Yo he decirte, ahora que aún atisbo algo de claridad

Entre el general derrumbe en que se transforma todo

Que ideas como ésta, como esta burda metáfora

Son más de verdad que yo mismo, que las creo

Porque al Tiempo, o bien se le anteponen juegos ocres

Para despecho de los inocentes que no se tienen solos

O bien queda solo los lentos y leves murmullos, como ayer

En los oscuros y recónditos espacios donde te vi besar

Para ya nunca más poder deshacer esa imagen. Eras,

Lo recuerdo aún, a favor no en tu contra los años transcurridos,

Como una certera y distinta emanación de verdad.

 

 

A la niña que juega sola con sus caracolas en la arena

Le gustan las rutas movedizas que deja el agua en los surcos que ella crea

A la niña que ahora mira acercarse a su madre

Mientras sueña, decirle aquí, a lo lejos, que en su sueño yo me mezo

Que en su dulce y poderoso juego un mundo que ahora nace

Escala y se esconde, entre imposibles pasadizos, entre escaleras de colores

Que llevan donde terminan sus deseos.

Ahora llega la madre, una fértil figura

Una señora, con la merienda de la niña en la mano.

 Es el néctar con que crecen los olvidados dioses del Olimpo

 Los mismos que enredan cada tarde

En el parque infantil de debajo de mi casa.

 

 

Al niño, que entre un temblor y otro, su rostro azul

De estrépito y ruido, su andar inseguro, y su juego aciago

Componen su figura hecha de llanto y juego, decirle solo

Que, aquí, donde renace cada tarde el soplo del silencio

Que deja en el aire su ausencia, de remota niñez desvanecida

Las calles no saben a lo mismo sin él, ni las plazas son

Aquellas ágoras de ensueño y algodonosos adoquines

Donde nos rompíamos los huesos con requiebros de balón

Y otras andanzas, a cada cual más loca, mas repleta

De ansía de vivir, de estreno cotidiano de aventura nueva

Ya el invierno calló como un espeso telón de blancura

Y silencio. Te esperamos, te espera el verano para serlo.

 

 

 

 

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