martes, 21 de diciembre de 2010

Tu serás la única (Parte II)

El agente Rascón dudó un momento antes de llamar a la puerta del despacho del comisario. Cuando lo hizo esperó unos instantes hasta que escuchó que desde el otro lado le daban permiso para entrar. Saludó a su superior y este le hizo una seña para que se sentase, sin quitar los ojos de la pantalla de su ordenador.
- Vas a empezar a trabajar de paisano durante una temporada. Acompañarás a un detective en una investigación.
El agente Rascón no pudo evitar una alegría interior al imaginar que durante los próximos días iba a evitar patrullar las calles o hacer papeleo detrás de un escritorio.
-Así que vete a ponerte de bonito, que nos vamos a misa a que te bendigan el ascenso.
Aquello lo dijo una voz a su espalda que pertenecía a alguien a quien todavía no había visto. Cuando giró la cabeza vio al detective Gregorio Rojas debajo del marco de la puerta de entrada.
- Venga, anda, a ver si te espabilamos un poco. - Sentenció Gregorio.
Después de que el agente se quitase el uniforme y se vistiese con sus ropas de calle, los dos policías se dirigieron en coche hacia la iglesia donde Gregorio Rojas tenía una investigación en curso desde hacía una semana.
- Joder, Gregorio, si que se han dado prisa en volver a abrir la iglesia al culto.
- Pues al día siguiente de quitarle el precinto la volvieron a santificar. Que no está el negocio de los curas como para perder un solo día.
- ¿Vamos a interrogar a alguien?
- Vamos a hacer un repaso del caso. A ver, que tenemos hasta ahora.
- Pues nada. En el confesionario había dos juegos de huellas, una del muerto y otras desconocidas. También encontramos las mismas huellas en varios cajones y una puerta. En el lado del confeso encontramos docenas de huellas, así que no vale de mucho. El cuchillo estaba limpio. La familia del muerto no sabe quien le puede haber matado. Nada hace sospechar que esté metido en nada malo.
Mientras el agente Rascón contaba esto, los dos hombres fueron entrando en la iglesia y se colocaron en la parte de atrás, en un rincón que les permitía dominar la mayor parte del edificio.
- Te has olvidado del sacristán, que tampoco sabe nada.
- Bueno, eso no lo sabia ¿y ahora a quien esperamos?
- Estamos esperando, hermoso.
Los dos hombres quedaron callados en el silencio de la iglesia. La próxima misa era en una hora, y habría confesión y rosario media hora antes, asi que la iglesia permaneció vacía hasta que un cura apareció y se dirigió hacia el confesionario. Unos minutos después empezaron a entrar algunos fieles, que se fueron colocando en los bancos y una de las mujeres comenzó a dirigir el rezo. Otra de las mujeres se dirigió hacia el confesionario. Un rato después volvió a salir y se dirigió a uno de los bancos a cumplir la penitencia. Los dos hombres esperaron pacientemente a que acabase.
- Disculpe, señora - dijo El detective Rojas a la mujer mientras se acercaba a ella con la placa de policía en la mano - ¿ Me permite dos minutos para unas preguntas?
- Pero yo no se nada - Dijo la mujer
- No se preocupe, señora, aún no he preguntado nada, asi que todavia no diga que no sabe nada. ¿Conocía usted al otro Padre?
- Pues si, señor, un buen hombre.
- ¿Y sabe Usted si recibía visitas de alguien?
- Pues oiga usté, yo vengo, confieso y me voy, que no soy una cotilla
- Claro, claro. ¿Y alguien que sea habitual en la confesión?
- Pues los de siempre, oiga. Yo no conozco a nadie. Bueno, está esa mujer que viene mucho por aquí y que se toma confiancitas. Y luego su amigo, que tambien está mucho por aquí, y que es un poco rarito. Que oiga usté, a mi no me da buena espina ese hombre. Y ya no digo mas, que no soy una cotilla.
La mujer dio la espalda a los dos hombres y se marchó dejándolos con mas dudas de las que tenían cuando llegaron.

2 comentarios:

  1. Esto se pone interesante. Cuesta no meterse en el clima que creas

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  2. Pues ahora ya sabes lo que toca. A seguir trabajando en ello.

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