sábado, 4 de diciembre de 2010

Un día de mi vida (version 1)

Abro los ojos a las seis y media. El despertador no ha sonado y ahora ando corto de tiempo, tengo que elegir entre desayunar o ducharme. Si elijo no hacer lo segundo puede que alguien de mi oficina se lo huela, pero si elijo no desayunar voy a andar con la tensión baja hasta que consiga comer algo. Me detengo a pensar y me doy cuenta de que el el despertador de respaldo tampoco ha sonado y Hifumi tampoco ha venido a llamarme. Miro mi reloj de pulsera y veo que son las cinco y media. El día anterior se fue la luz y debí equivocarme al poner la hora. Tengo cuarenta y cinco minutos mas para dormir.
Ahora si, suena el despertador. Me levanto, me ducho y después voy a la cocina. Pongo dos rebanadas de pan en la tostadora, abro la nevera pero no encuentro leche, he olvidado comprarla, exactamente igual que el café. Les pongo nocilla a las tostadas y me las como acompañadas de te. El día no empieza demasiado bien. Termino de vestirme y cargo la pipa con tabaco inglés mientras bajo por la escalera, cuando llego al portal me detengo un minuto a encenderla.
Camino durante uno rato y me cruzo con otro hombre fumando en pipa. Al cabo de un tiempo vuelvo a ver a otro fumador que me mira y hace una gran boluta de humo, a la que yo respondo con otra. La coincidencia llama mi atención así que empiezo a darle vueltas a una idea "a las siete de la mañana tres fumadores de pipa caminan por las calles de Madrid, pero solo uno de ellos lo sabe". Creo que puedo construir algo con esto.
Llego a la oficina y robo una cápsula de café antes de que llegue alguien mas. Empiezo a trabajar en un nuevo proyecto y la jornada pasa sin darme cuenta.
Salgo de la oficina y voy a casa de Tora, hoy da una fiesta de despedida. Aprovecho el camino para hacer dos llamadas de teléfono.
En su casa, Tora me prepara ramen para comer, aunque son las cinco de la tarde aun no he probado bocado. Una hora después voy a buscar a Beto. De vuelta en casa de Tora nos damos cuenta de que no tenemos abre botellas al intentar abrir la primera cerveza, así que montamos una expedición de búsqueda.
A las siete llega Rioko, abrimos la segunda cerveza.
A las ocho, con la tercera cerveza, se presenta Wakako.
A las ocho y cuarto viene Manuel, con quien abrimos la cuarta cerveza.
A las nueve conocemos al contingente europeo, compuesto por una alemana y dos holandeses, que saludan y se vuelven a marchar, todos excepto la alemana.
La noche va bien. Hablo en Japones con las japonesas, en ingles con la alemana y en español con los españoles. No hay quinta cerveza, pasamos a cava toledano y a umeshu, un licor de ciruelas japones. Después de dos rondas hablo en ingles con las japonesas, japones con los españoles y español con la alemana.
No se en que momento decidimos ir a una taberna irlandesa que cierra a las tres y que esta a cien metros. Hemos sobrevivido Tora y todo el contingente español. Semejante logro merece ser celebrado con un Gin tonic. Al acabar nos preparamos para ir a tomar un chocolate con churros a San Ginés, aunque el cansancio hace que yo cause baja.
Desde la cama miro el despertador, marca las tres y media, aunque no estoy seguro de que sea verdad.

1 comentario:

  1. Hilando San Ginés con todos tus amigos japonenes me he acordado que podriais repetir el final en Japon,
    San Ginés ha abierto suscursal en...Tokio.

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