lunes, 19 de diciembre de 2011
escena
Helen, su cuñada, sentada justo frente de ella, habló en su lugar:
- No va a ser Nantes, al final nos vamos a París. Alejandro le ha prometido a tu hermano el cargo de supervisor del área central. ¿No os lo había dicho. Deivid, hijo, cuenta las cosas…
Carmen sonrió a la buena disposición de Helen, así como a sus finas manos, revoloteando graciosamente sobre el mantel de organdí, seña de identidad de las fiestas de Navidad en su familia. Un noble pedazo del imperio británico ante ella, de rostro fino, vestido sabiamente elegido y exquisitas maneras: la chica de Glasgow que había agilipollado a su hermano, un tío de una pieza en otro tiempo.
Eran cinco a la mesa, pero sus padres, como siempre, jugaban tan a conciencia el papel de anfitriones perfectos, aterrorizados en realidad de quedar mal ante la eterna invitada que eran solo dos bustos provistos de palas. Miró a su madre y ésta, al saberse observada, se dio por aludida:
- El año pasado creo que me quedó mejor. Este año, no sé, no está tan jugoso - buscó en una rápida batida miradas de apoyo a los demás pero todos pasaron por alto el comentario.
jueves, 15 de diciembre de 2011
paso en falso
En el fondo era todo ridículamente fácil, ya que su responsabilidad era transportar un paquete hasta una estación de tren, en París. En tres líneas su participación había quedado diseñada por un cerebro que jamás había visto, pero al que veneraba igualmente, como si fuera el paladín de un nuevo mundo.
En forma de publicidad de una empresa de cursos a distancia, periódicamente, a lo largo de los últimos tres años, la información llegaba, y era ejecutada inexorablemente, sin resquicio de duda. Ninguno de sus hermanos sospechaba nada, más allá de la extrañeza por la insistencia de las cartas, siempre sin respuesta. Se metió la carta en el bolsillo y descolgó el teléfono, para enviar una señal sin voz a un número de contacto.
Corrió todas las cortinas, en un procedimiento poco común, que no tenía nada que ver con el protocolo de seguridad; era más bien una forma velada de dar carpetazo a algo, de dejar saldada una antigua querella secreta con su familia, con ella misma en su familia, con su pasado de todas maneras.
No sintió alivio alguno al terminar de hacerlo; al contrario, más bien una aguda sensación de que esa salida era una salida en falso, tal vez solo un camino que le apartaba del camino principal, por donde ya había transitado durante tanto tiempo, sin resultado alguno, y que ahora, al evitarlo de una forma drástica, seguramente irreversible, quedaba como flotando en el aire, provocando en su animo ese sabor a algo que se ha dejado irremediablemente antes de tiempo, una batalla perdida sin haber puesto en juego todas las armas.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Encerrona
¿Cuánto podría medir el cubo de cristal donde se encontraba?, ¿y porqué no había mas que una masa blanquecina, (niebla, ¿que podía ser sino?) más allá del habitáculo, en el mismo lugar donde, hasta hacía poco, estaba su casa, su mujer, su diana electrónica recién comprada?
La sólida y transparente construcción no tenía abertura alguna; la había inspeccionado, palpando con la mano abierta, centímetro a centímetro; era una única pieza, sin fijaciones ni soldaduras. Se imaginó que esperando simplemente tendría lugar algo, por parte de alguien, en algún sitio.
Pensó en Gregorio Samsa y en José Luis López Vázquez en La cabina. Se dejó llevar por la sensación de que quizá el escritor que había imaginado en otro tiempo que llegaría a ser se encontraría al final existiendo, y que estaría en ese momento moviendo los hilos de su existencia encerrada, cómodamente arrellanado en su asiento frente al ordenador, encaprichándose de su incierto destino.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
El jugador.
lunes, 28 de noviembre de 2011
Fúmate uno
jueves, 24 de noviembre de 2011
Guardame el monedero
El coche y la niebla
Al frenar, su parte trasera se nos presentó nítidamente. Amanda y yo seguimos con la mirada clavada en la matrícula; era difícil no hacerlo ya que era exactamente la misma que la nuestra.
Desde que nos dimos cuenta, y después del shock inicial, no habíamos hecho más que discutir sobre lo que debíamos hacer. Pararnos, dar la vuelta, hacerle señales o llamar a la policía. O seguir adelante. Seguimos adelante, con la mirada clavada en la placa, en nuestra placa.
Al pararnos nos miramos. Buscábamos en el otro una pista sobre qué hacer. Nos mantuvimos en silencio. El silencio lo envolvía todo. De delante de nosotros, tras el cristal, una presencia inesperada nos impedía el paso. ¿Por qué? ¿Qué quería de nosotros?
Una densa niebla comenzó a envolverlo todo. Se estaba levantando con tal rapidez que daba la sensación de que el 4X4 la estaba haciendo salir desde los tubos de escape. Al poco dejamos de verlo, y en un momento todo lo que nos envolvía afuera era una enorme masa blanca, tan blanca que costaba creer que no fuera sólida.
Encendí la radio, en un extraño gesto, supongo que para distraer el terror. Los dedos apenas acertaban con los botones. Un sonido sibilante dio paso a una voz de hombre, y a una indicación muy clara, dirigida a nosotros. Hablaba de una forma amable, casi cantarina.
No había muchas posibilidades. Hicimos lo que nos dijo. Al rato, exhaustos, casi jadeantes, vimos al coche alejarse de nosotros.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Bukowski y la creación.
dieciséis horas al día en una mina de carbón
o
vas a crear en un cuarto pequeño con tres niños
mientras que estas
cobrando el paro,
vas a crear con parte de tu mente y de tu cuerpo
destrozados,
crearás ciego,
mutilado,
demente,
vas a crear con un gato trepando por tu
espalda mientras
la ciudad entera tiembla en terremotos, bombardeos,
inundaciones y fuego.
cariño, aire y luz y tiempo y espacio
no tienen nada que ver con esto
y no crean nada, excepto quizás una vida mas larga para encontrar
nuevas excusas.
Como ser un gran escritor
tienes que follar con muchas mujeres
bellas mujeres
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y/o los nuevos talentos.
sólo bebe más cerveza más y más cerveza.
ves al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier idiota puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
no te esfuerces.
duerme hasta el mediodía.
evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa a tiempo.
acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares.
y si tienes capacidad de amar
amáte a ti primero
pero siempre ten en cuenta la posibilidad de
la derrota total
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es
necesariamente
algo malo.
quédate fuera de las iglesias y los bares y los
museos
y como las araña se
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
mas
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
quédate con la cerveza
la cerveza es sangre continua.
una amante continua.
consigue una máquina de escribir grande
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa
dale duro.
haz de eso una pelea de peso pesado.
haz como el toro en la primer embestida.
y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoievsky, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos en habitaciones
pequeñas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza...
entonces no estás listo
bebe más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay
está bien
igual.
martes, 22 de noviembre de 2011
El Cerco
El Jefe del poblado, Kuma, que había sido elegido por el Consejo de Sabios solo dos temporadas antes, no sabía muy bien qué hacer. Intentó muchas estrategias, pero ninguna de ellas terminó dando resultado. Envió a sus mejores guerreros a internar abrir una salida, pero todo fue en vano. También ordenó excavar túneles con el fin de salvar la línea enemiga, pero todos los pobladores que lo intentaron fueron atrapados y ejecutados.
El anterior jefe del poblado, Marimba, no hacía gran cosa para ayudar a salir de la situación. El y los suyos, los integrantes del clan que había resultado derrotado en la anterior elección de Gran Jefe, solo esperaban y no decían ni proponían nada, tan solo repetían una y otra vez que la situación no podía continuar así.
El tiempo pasó y gracias a la astucia de algunos pobladores disfrazados la gente del poblado no sucumbió al hambre, ya que en redadas nocturnas conseguían hacerse con algunas provisiones, cazando animales. Aún así, la situación era crítica.
La temporada siguiente, para tratar de dar solución al cerco de la tribu rival, el Consejo de sabios convocó una asamblea. Duró toda la noche. En ella se decidió que Kuma fuera apartado del poder, y que lo ostentara, de ahí en adelante, Marimba.
Hubo grandes celebraciones por parte de Marimba y su clan, pero pronto se vio que todo había sido en vano.
jueves, 3 de noviembre de 2011
Seamos amigos.
martes, 11 de octubre de 2011
Calle Orense
Sin embargo al hacerlo no es ya la calle tumultuosa que era en sus inicios. Parece haber ido evolucionando desde el jolgorio de la primera juventud hasta la calma final de la edad madura: el general Perón, con su arrogante salida desde Castellana, hizo de ella dos, fiel a su ímpetu militar.
Vista en conjunto es solo una más, una mezcla de asfalto, ladrillo, acero y hormigón.
Oficinas y edificios de viviendas alzándose a derecha e izquierda, y bajo ellas, en espacios desigualmente repartidos, pequeñas tiendas y franquicias millonarias, conviviendo aún, quien sabe cómo.
Vehículos avanzando y parándose en espasmódicas remesas, y transeúntes yendo y viniendo, como en otras tantas calles de Madrid. A ratos, los residentes, como extranjeros en tierra propia, tratan de hacer vida de barrio, allá donde pueden.
Y luego están ellos, el detalle crucial que la hace distinta: los soportales. Salvando la Plaza Mayor, es raro encontrarlos en la capital, al menos en espacios comerciales de la zona centro.
Ahora me llega el recuerdo de montones de soportales recorridos en aciagos y memorables días de infancia y adolescencia. Y lo que queda de ellas es un poso familiar y entrañable hacia esas galerías, que las evoco siempre, no sé porqué, de noche y lloviendo.
Esos soportales de la calle Orense son reductos ahora donde al pasear por ellos aflora algo del aquellos antiguos sentimientos, aunque sean ya tantos los años transcurridos. Hablan de protección, de guarecerse un poco de la violencia de la ciudad, o de la vida.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
Inspiración y la fotofobia de Almodóvar
Permaneció en esa postura unos minutos, y luego cerró los ojos, para aliviar la creciente tensión que sentía en ellos. Ese fue tal vez el intervalo que necesitó Almodóvar para comenzar su ascenso desde el mugriento suelo del patio hasta la tercera planta, donde Alves le esperaba, aún sin saber que se trataba de él.
El director se elevó encaramado en una densa voluta de humo de pipa, con unas oscuras gafas presidiendo su redonda cara, y, posándose decididamente en el alféizar de la ventana, le saludó, con aires de suficiencia y encanto a partes iguales:
- Hola. Un poco más y me mato. A ver si hacéis algo con esta casa, que se os va a caer encima el día menos pensado. Disculpa por presentarme así, con gafas de sol en plena noche, pero no soporto ni una partícula de luz. Sufro de fotofobia. Sufro de fotofobia, sufro de fotofobia, tengo la impresión de no decir otra cosa desde este último año.
Alves sonrió, recogió el testigo que le habían tendido tras el cristal, y, apartando la vista del patio, regresó a la blanca luminosidad de la pantalla del ordenador, donde empezó a teclear:
”Almodóvar se levantó de la silla una vez más. El esbozo del personaje no le convencía nada. Necesitaba otra cosa para esa escena del guión inicial escrito a medias con su hermano, que debía estar terminada para el día siguiente por la tarde.
Finalmente se detuvo frente a la ventana del despacho, corrió la cortina y se dedicó unos minutos a contemplar el trabado tráfico, que llenaba casi completamente la calle. Le iba venciendo el sueño, la noche anterior había dormido cuatro horas escasas, y durante un momento se durmió literalmente, allí de pie, frente al cristal.
Un coche, un escarabajo descapotable rojo, aparcó indebidamente justo frente a su portal, y de él vio bajarse a un hombre. Era corpulento y llevaba sombrero de fieltro de ala ancha; parecía llevarlo para afianzar expresamente la impresión de robustez que transmitía. Rostro cuadrado y difuso aspecto de hostilidad. Llevaba perilla, una recortada y gris sobre el anguloso mentón; en cierta forme tenía aspecto de matón.
El hombre miró un momento hacia donde él estaba, y durante ese instante, Almodóvar pensó que sus miradas se habían cruzado. Al momento sin embargo se dio cuenta de que seguramente no, a causa de los destellos de los últimos y oblicuos rayos de la tarde.
Se colocó la mano derecha a modo de visera y observó de nuevo al hombre, que en ese momento se subía al coche. Arrancó y se perdió en el ordenado caos de la ciudad. Él se sentó de nuevo y se concentró en un punto indefinido de la pantalla del ordenador, antes de empezar a escribir”.
lunes, 5 de septiembre de 2011
Día de tormenta
- Oye ¿os apetece un café? yo voy a tomarme uno ¿os bajáis conmigo?
Elias no dijo nada.
- Yo si me tomaría uno ¿que dices tu? - dijo el otro hombre.
- Tengo que terminar esto.
- Venga, si van a ser treinta minutos.
Elias no contesto a eso. Siguió con la cabeza agachada. Volvieron a escuchar otro estruendo.
- ¿Visteis el partido de ayer? Que bien juega ese chico nuevo.
- Si, un genio, cada vez que coje la pelota... ¿tú que dices Elias? fue muy bueno
Dijo algo, pero no lo oyeron. La tormeta cada vez estaba mas cerca.
- ¿Como has dicho?
- Que no lo vi.
Los dos hombres vieron como empezaba a temblar ligeramente. Uno de ellos hizo como que se le caía un bolígrafo y se agachó a recogerlo. Elias estaba moviendo compulsivamente una de sus piernas.
- Creo que va a ser mejor que os vayáis a tomar ese café. Yo tengo que cosas que hacer. Ya lo sabéis.
- Pero Elias...
- Tranquilos - dijo interrumpiendo - voy a estar bien. Marchaos. Va a ser lo mejor para todos.
Los dos hombres se miraron. Uno de ellos se puso de pie y el otro le imito.
- Bueno, pues vamos a estar abajo si te apetece unirte.
Esperaron durante un instante. Nadie dijo nada. Pudieron oír el ruido de la lluvia golpeando los cristales. Uno de los hombres hizo un gesto con la cabeza al otro y los dos salieron de la oficina. Bajaron las escaleras hasta el portal. El estallido de un trueno les hizo detenerse en seco. Parecía que la tormenta estaba sobre ellos.
- ¿Crees que va a venir?
- No, no lo va a hacer.
- Entonces deberíamos volver. Antes de que sea tarde. Puede que le hagamos cambiar de opinión.
El otro hombre hizo un gesto con la cabeza y volvieron a subir las escaleras hasta el tercer piso. Abrieron la puerta de la oficina y no vieron a Elias. Sobre su mesa había un estuche de trompeta abierto y vacío. Los dos salieron apresuradamente y subieron los dos pisos que les separaban de la azotea. Encontraron la puerta abierta. Elias estaba en medio de la esplanada, tocando el instrumento. Tenia la camisa pegada al cuerpo y casi transparente debido al agua. Ninguno de los dos hombres cruzo la puerta.
- ¿Y esto hasta cuando va a durar?
- Hasta que supere lo de su mujer, o le parta un rayo como a ella.
miércoles, 10 de agosto de 2011
Un café gratis
- Que resaca, tio.
Mauro entró dando voces en la cocina. Tenía al rededor de los cuarenta, pero no habia superado su adolescencia.
- ¿Y eso? - le pregunté.
- Bueno, que mas que resaca es cansancio de anoche.
- Coño, invitate a un café y me lo cuentas. Solo y sin azucar.
El tipo puso un par de monedas en la máquina. Leyó los botones despacio. Los mismos que llevaba leyendo tres años. Pulsó dos.
- Ayer estuvimos en el bar de abajo, hasta que cerraron. Y luego nos fuimos a tomar algo por ahí con los camareros. Tambien se vino Virginia con nosotros.
- ¿La camarera esa morena, con los ojos verdes? Es guapisima.
- Si esa. Bueno, pues me la follé - dijo dandome un golpe en el pecho con el dorso de la mano y casi gritando.
Me pasó el vaso con café que salia en ese momento.
- Que cabrón. Mira que está buena - dije intentando disimular que su vida sexual me importa una mierda, y menos la de la camarera del bar a la que solo conozco de vista.
- Pues que fuerte. Vamos a su casa, nos metemos en faena y en esto que me bajo al pilón y meto mi cara entre sus piernas. Tio, tiene el coño mas peludo del mundo. En serio. Aunque eso ya se veia, por que no veas que pelotes negros tiene en los brazos.
Sonrio y le doy un trago al café. Tengo la sensación de que este va a ser el café gratis mas caro que me he tomado nunca.
- Y que clítoris, tio. Así, grande, como medio dedo. Una cosa enorme. Es el mas grande que he chupado nuna.
- ¿Como que clitoris?
- Coño, pues el clitoris, la pepita del amor. - Me dice. Noto indignación en su voz.
- No sabía que a ti te fuesen esas cosas.
- Comer coños es lo que mas me gusta ¿A ti no o que? A ver si vas a ser maricón - dijo a la vez que sacaba su café de la máquina.
- ¿Pero entonces no lo sabes?
- El que.
- Pues que Virginia es hermafrodita - miré mi vaso de café, que ya estaba por la mitad.
- Venga, venga. Que no me la cuelas.
- Pero si salió en la tele. Y en los periodicos. -dije con toda tranquilidad- Es la presidenta de una asociación.
Por un momento Mauro se quedó callado. Me cogió del hombro y me miró fijamente a los ojos.
- ¿Es eso verdad?
- Si, joder, lo sabe todo el mundo.
- ¿Me estas diciendo que me he pasado toda la noche chupando una polla enana?
- No, eso me lo estás diciendo tu.
Apuré de un trago lo que quedaba de café, tiré el vaso a la papelera y salí por la puerta.
lunes, 25 de julio de 2011
Chantal Maillard
No existe el infinito:
el infinito es la sorpresa de los límites.
Alguien constata su impotencia
y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea,
y nace el infinito.
El infinito es el dolor
de la razón que asalta nuestro cuerpo.
No existe el infinito, pero sí el instante:
abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido;
en él un gesto se hace eterno.
Un gesto es un trayecto y una trayectoria,
un estuario, un delta de cuerpos que confluyen,
más que trayecto un punto, un estallido,
un gesto no es inicio ni término de nada,
no hay voluntad en el gesto, sino impacto;
un gesto no se hace: acontece.
Y cuando algo acontece no hay escapatoria:
toda mirada tiene lugar en el destello,
toda voz es un signo, toda palabra forma
parte del mismo texto.
De "Matar a Platón" 2004
lunes, 18 de julio de 2011
Cadáver exquisito I
Los parroquianos, acostumbrados a sus jamelgos, abrasados por el trabajo rural, quedaban admirados al contemplar a aquellos jinetes en sus esbeltas monturas. Que llegan poco a poco a la taberna donde revolotean las más intrincadas alevosías, que tienen que devolver los últimos reclusos de la mejor cárcel que encontraron en su vida. No iban más allá. Ir. ¿Dónde? No hay lugar. no hay escapatoria. Sólo la cárcel de sus vidas. De donde no querían escapar. Ella era su carcelera. Él era su carcelero. Y les gustaba. Y delinquían sin perdón. Sin buscar una salida hacia dónde? No, decidí estar sentada junto a la ventana y esperarte. Una mañana apareció un hombre que se llamaba Joau o John, o algo así. Se quedó mirando y me dijo. ¿ No eres demasiado joven para esperar?
¿Y ahora qué? Ahora nada. Adiós, mi vida. Adiós.
domingo, 10 de julio de 2011
Esperanza, 6 meses depués (III)
A las ocho me llama Yoli. Conversión breve. Quedamos en vernos a las diez en el Café Central. Tengo dos horas por delante. Me tumbo en la cama y miro el techo. Cojo un libro. Leo dos paginas. Lo tiro al suelo. Cojo el bote de lubricante. Va a ser la segunda vez hoy. Me doy cuenta de como extraño a Ulises. Después voy a maquillarme y peinarme. Decido jugar a las muñequitas provándome vestidos. Se que no me va a llevar a ninguna parte, ya tengo decidido lo que me voy a poner, pero al menos me entretengo. Decido tirar a la basura un par de modelitos. No por que me vengan mal ni esten pasados de moda. Simplemente no me apetece que estén en mi armario. Son las nueve y media. Tengo que irme. Desde el recibidor veo el libro tirado en el suelo de la habitación junto al bote de lubricante. Voy a recogerlo. No. Me quedo a medio camino. Salgo por la puerta. Al fin y al cabo nadie va a venir a preguntarme por el desorden de mi casa.
Esperanza, 6 meses depués (II)
Cambio de música por si al informático melómano le da por volver por aquí. Sigo trabajando. Va pasando el tiempo. Lo sé por que cada vez tengo mas hambre. Son ya las doce. En dos horas estoy fuera. Angel, del departamento legal asoma su cabeza por mi despacho.
- ¿Que haces hoy para comer?¿te vienes a algún sitio? Nosotros vamos a “el independiente”.
Cuando dice “nosotros” se refiere a sus compañeros de departamento, aunque es tan estirado que perfectamente podría usar un plural mayestático.
- No, tengo comida con la familia. Pero otro día me apunto.
Es cierto lo de la comida con la familia. Pero no pienso apuntarme ningún otro día. Ya se lo dije, yo no tengo relaciones con la gente con la que trabajo, pero él no deja de insistir. Siempre intenta que nos veamos fuera de la oficina. Si como abogado es la mitad de insistente que como galán, entonces tiene que ser cojonudo en su trabajo.
- Bueno, luego nos iremos a tomar unas copas, como siempre. Si terminas, llámame y te decimos donde estamos.
- Si, si, claro. Cuando acabe te llamo y me tomo una con vosotros.
He representado tanto este papel que podría hacerlo incluso en coma.
Sigo trabajando. Me llama mi abuelo.
- Caridad, hija. ¿como estas? Oye, ¿te importa si dejamos la comida para otro día? es que me ha salido algo que hacer.
- No abuelo, no pasa nada.
- ¿La semana que viene bien que vayamos a comer en un restaurante?
- Ya lo hablamos esta semana, abuelo.
- Hasta luego, entonces.
Mi abuelo no me ha dado explicaciones, ni yo se las he pedido, pero imagino que se va con su nueva amiga. Desde que mi abuela murió ha rehecho su vida. Muy deprisa, segun algunos, pero yo creo que ya lo tenia asumido.
Cojo el teléfono.
- Yoli, me he quedado sin plan para comer.
- Estoy con Alberto. Vamos a comer juntos. Luego te llamo.
Cuelga el telefono.
Las dos y media. Me voy a casa. Tengo la nevera llena. Podría cocinar cualquier cosa. Creo que lo mejor sera descongelar unos canelones. Me los como delante de la tele, con una cerveza.
viernes, 8 de julio de 2011
Gran Vïa
No tenía ni idea de lo que iba a hacer en las horas siguientes, pero le gustó la sensación repentina de sorpresa que así, sin más, se había regalado a sí mismo. Al llegar a la esquina de lo que fue el Carlton se paró, para observar si su ánimo y el de la ciudad podrían llegar juntos a alguna parte, aquella tarde.
Tráfico tumultuoso, cómo no.
Edificios tan bellos como el primer día que los vio, treinta años atrás. Su conjunto componía una reconfortante mezcla de cercanía y suntuosidad.
Gente: racimos, filas caóticas, figuras sueltas.
Miradas. Miradas como modo de representación fugaz en el alargado escenario de la calle, que parecía haber sido creada a tal efecto. La Gran Vía no era solo una calle, pensó, mientras orientaba sus pasos hacia Plaza de España. Se trataba de la condensación de lo significaba vivir en Madrid.
Volvió a observar los rostros de los transeúntes con los que se cruzaba. Vio gestos sabiamente incorporados por décadas de urbanita socialización. La sensación general que le provocaban los transeúntes que observaba era cambiante, como un variopinto fluido.
Pensó en la idea de sentirse perdido. Se había sentido así, y hasta hace no demasiado. Mucho y durante mucho tiempo.
Ahora ya no; o al menos no del modo devastador que le había obligado a separarse de Estela. Al final no había encontrado su sitio ideal: lo que durante casi toda su vida había considerado El Lugar. En cierta forma un delirio, una alucinación. Ahora se sentía mejor: al menos había conseguido uno, el suyo. Uno donde había personas, y no solo fantasmas.
Llegó a la Plaza de España. Caminó atravesándola en dirección sur. Antes de abandonarla con el templo de Debod ya a la vista, observó de refilón la estatua de Don Quijote, de quien en cierta época se había sentido acompañado, inútilmente.
miércoles, 22 de junio de 2011
Notas sobre el autor de Locuras Cotidianas
Petr Zelenka: “Kundera es un idiota”
Nadie sabe lo que es la tristeza y la felicidad
El encuentro tiene lugar en La Casa Blu, un centro popular de estudiantes, y uno de los escenarios de Loners, una de las obras de Zelenka. Concebida en principio como un documental sobre un grupo de amigos, Loners se convirtió en una exitosa película en muchos países de Europa. ¿Es la soledad algo inherente a la juventud checa? “No, la soledad es algo propio de los europeos. Recuerdo haber leído una encuesta que decía que el 85% de la gente de Bangladesh se consideran felices, mientras que en Alemanía el porcentaje era del 35%. ¿Qué significa esto? Nada. Porque, ¿qué es la felicidad? Creo que nuestra capacidad de cambiar las cosas es bastante insignificante. No creo en personalidades fuertes capaces de cambiar el mundo y por ello mis personajes son diferentes”.La mejor encarnación de estos personajes la representa Jacob, en Loners: es un adicto a las drogas. Mientras escucha el himno nacional checo, dice: “Tengo que haber oído esto en alguna parte antes…”
“Se supone que los solitarios [Loners] son aún más tristes; el director, David Ondricek, revitalizó algo a los ocho protagonistas del documental”. ¿De dónde procede toda esta tristeza? “Bueno, reflexionar sobre la vida deprime; pensar en los errores, las relaciones, la gente a la que echas de menos o que murieron antes de que las llegáramos a conocer. Todo esto entristece y nosotros, seres humanos, siempre tendemos a pensar cosas deplorables. Sobre esto gira la tristeza del mundo entero”.
La vida es ilógica
Los personajes retratados en otra de sus películas, The Buttoners no se enfrentan al problema de la soledad pero si a diferentes fobias. ¿De donde procede semejante idea? “Se trata simplemente de un recurso: la gente retiene un personaje en su mente gracias a las fobias presentes en la película. A veces conozco a gente peculiar, aunque en otras ocasiones, las invento. Creé un personaje que destrozaba tapicerias arrancándolas con dentaduras. Sin embargo, el chico espray es real, existe. Conozco a uno que usa 30 tipos de aerosol, cada uno para una parte de su cuerpo, para una prenda distinta. Los lleva en una maleta especial y de vez en cuando se rocía el pelo, los zapatos, el aire…, todo eso junto produce un terrible espanto”.Petr Zelenka es un hombre lleno de contradicciones. Sonríe mucho mientras habla de tristeza, lo que hace dificil dilucidar si está hablando en serio o si su razonamiento es sólo una broma surrealista. Pedimos otra taza de café y cambiamos de tema. Zelenka trabaja en su nueva obra. “Es un proyecto en Cracovia. Va a ser rodado en exclusiva en su Teatro Antiguo dentro de 18 meses. Rodamos en mayo y octubre. Me mudaré a Cracovia y aprenderé polaco para comunicarme con los actores. Allí no todo el mundo habla inglés y quiero estar en disposición de mantener una conversación personal, sin ayuda de un intérprete”. ¿Aprender un idioma solo para realizar un espectáculo? Por qué no. Zelenka es muy realista sobre el trabajo fuera de la República Checa. “Quise trabajar en inglaterra, pero los británicos son una sociedad muy hermética. Pienso lo mismo de los franceses. Me sentía muy frustrado y ante mí surgío Polonia. No es muy lógico, pero así es como sucedió todo. La vida es ilógica en sí misma, así que sigo su camino ilógico en busca de la felicidad en Polonia”.
Como un nómada que se asienta por un tiempo, la idea le resulta muy promedora a este artista de 40 años. “Cracovia supone un gran giro en mi vida. Forma parte también del Imperio Austrohúngaro, así que es casi como Praga. Aunque en pequeño. El ambiente, por lo visto, es magnífico”.
Praga en la retina
A pesar de esta adoración, no oculta su pasión por su ciudad natal. “Cuando la comparas con otras grandes ciudades, es un auténtico paraíso. Los comienzos de los noventa, con la llegada de muchos americanos, supuso una edad de oro para Praga. Era una locura. Todo fue restaurado y surgieron un montón de locales nuevos. Aunque esta atmósfera se ha perdido, aún se puede vivir aquí. Praga es tranquila, barata y tiene los mejores medios de transporte publico del mundo. Todo lo que un escritor necesita”. En cuanto a las desventajas: “La gente sin hogar. Hay una película de Abel Ferrara, Driller Killer, sobre un chico que mata a un sin techo con un taladro. Deberían pensar aquí en soluciones similares, pero por desgracia nuestro Gobierno es demasiado blando para hacer eso”, suelta corrosivo acerca de los que han hecho de la mendicidad un modo de vida.Zelenka es comparado con los mas grandes nombres de la literatura checa: Hrabal, Kundera, aunque está en completo desacuerdo con esa afirmación. “Es ridículo compararme con Hrabal porque era un autor estupendo… Mientras que Kundera… Ya sabe que no me gusta…” Durante un encuentro en el Instituto de Teatro de Varsovia lo llamó “idiota”. “Sí, y luego admití que fue un error e intenté leer La insoportable levedad del ser, pero fui incapaz. Luego, volví a reconocer que era un idiota. Roba cosas de otros autores, las toma prestadas de sus propios libros y lo que es peor, es un escritor malo. ¿No es obvio?” –una señal de desagrado se desdibuja en su cara. “Sus novelas son técnicamente buenas. Sabe cómo poner ideas juntas de un modo ingenioso y puedes decir lo que quieras de él pero en eso es honesto”.
Ya no hay románticos
Zelenka se muestra también muy crítico con los herederos de la Revolucion de Terciopelo. “El problema de la intelligentsia checa es que hay de todo menos inteligencia. Recuerdo que en los setenta era muy popular entre gente educada emplear un lenguaje sucio. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Creo que era algo muy checo, como una autodenigración por medio del lenguaje”.¿Y las nuevas generaciones? “Saben qué quieren y lo quieren. Están carentes de sentimientos románticos. Ser romántico no es ir a la montaña, puedes vivir como un perro porque tu personaje favorito de novela vivía de un modo similar. Encontrar fragmentos de belleza en el terrible mundo comunista era romántico en un sentido que la gente joven no acepta hoy”.
¿El aclamado artista en Europa se siente europeo? “Para mí, Europa es cuestión de dinero, de cooperacion política, de diferentes programas. No me siento europeo porque no fui educado así. Estas cosas se inculcan en la niñez, no se aprenden”.
Lectura dramatizada esta tarde en la Buena Vida
terminaremos la 1ª edición del
Festival Bohemia Express,
en el que hemos podido disfrutar de lo mejor de la poesía, literatura, música, cine y documental checos, gracias a la colaboración del Centro Checo de Cultura de Madrid. El programa para esta última sesión es:
- Lectura dramatizada a cargo de los actores Tusti de las Heras, Raúl Jiménez y Fran Arráez
siempre ha tenido la música en directo como sorpresa invitada
Fin de etapa
comienzo del verano
en
La Buena Vida - Café del Libro
Vergara, 10
28013 Madrid
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