Disculpar mi ignorancia en estas lides.
 Quería compartir unas poesías que escribí hace un tiempo
   
  
 Cómo pasan las horas
  Como rayos rugientes que atravesaran
 Los vastos campos cósmicos para ir a caer aquí
 Donde lentamente mi mano busca entre tus dedos
 La vida. Y los quemara, indolente, insolentemente
 Yo he decirte, ahora que aún atisbo algo de claridad
 Entre el general derrumbe en que se transforma todo
 Que ideas como ésta, como esta burda metáfora
 Son más de verdad que yo mismo, que las creo
 Porque al Tiempo, o bien se le anteponen juegos ocres
 Para despecho de los inocentes que no se tienen solos
 O bien queda solo los lentos y leves murmullos, como ayer
 En los oscuros y recónditos espacios donde te vi besar
 Para ya nunca más poder deshacer esa imagen. Eras, 
 Lo recuerdo aún, a favor no en tu contra los años transcurridos,
 Como una certera y distinta emanación de verdad.
  
  
 A la niña que juega sola con sus caracolas en la arena
 Le gustan las rutas movedizas que deja el agua en los surcos que ella crea
  A la niña que ahora mira acercarse a su madre
 Mientras sueña, decirle aquí, a lo lejos, que en su sueño yo me mezo 
  Que en su dulce y poderoso juego un mundo que ahora nace
 Escala y se esconde, entre imposibles pasadizos, entre escaleras de colores
  Que llevan donde terminan sus deseos. 
 Ahora llega la madre, una fértil figura
 Una señora, con la merienda de la niña en la mano.
  Es el néctar con que crecen los olvidados dioses del Olimpo
   Los mismos que enredan cada tarde 
  En el parque infantil de debajo de mi casa.
  
  
 Al niño, que entre un temblor y otro, su rostro azul
 De estrépito y ruido, su andar inseguro, y su juego aciago
 Componen su figura hecha de llanto y juego, decirle solo
 Que, aquí, donde renace cada tarde el soplo del silencio
 Que deja en el aire su ausencia, de remota niñez desvanecida
 Las calles no saben a lo mismo sin él, ni las plazas son
 Aquellas ágoras de ensueño y algodonosos adoquines
 Donde nos rompíamos los huesos con requiebros de balón
 Y otras andanzas, a cada cual más loca, mas repleta
 De ansía de vivir, de estreno cotidiano de aventura nueva
 Ya el invierno calló como un espeso telón de blancura
 Y silencio. Te esperamos, te espera el verano para serlo.